
Testimonio de ex agente del comando Rodrigo Franco
Escribe César Hildebrandt Chávez / agenciaperu.com
Miguel Exebio Reyes se mostraba nervioso, tal vez porque recordaba tiempos pasados. Épocas cargados de violencia y revanchismo que no se pueden olvidar con facilidad. Momentos que parece revivir bajo la conciencia de que, decir la verdad, era un acto temerario que ponía en riesgo la propia vida. Algo que toma como cosa muy presente: "si García llega a saber esto, esto que yo lo digo, va a querer hacer un hueco y se va a querer enterrar, va a querer atarme, porque ése es su método", nos decía.
Razón no le falta. El grupo Rodrigo Franco existió, convivió bajo el gobierno aprista, y asesinó sin desparpajo. "Esto que estas grabando todo el mundo lo va a saber: hubo gente de aniquilamiento del comando Rodrigo Franco al cual yo pertenecí", cuenta Exebio.
El cabecilla de este comando se llamaba Jesús Miguel Ríos Sáenz, alias "Erico", "Flecha" o "Chito Ríos". Hoy tiene más de 40 años y desde 1986 hasta 1989, según diversas investigaciones, fue el jefe operativo del comando Rodrigo Franco, un grupo paramilitar que operó durante el gobierno de Alan García y que, hasta el día de hoy, sus muertes no tienen responsables.
Ríos Sáenz camina con una ligera cojera pero con plena libertad. No tiene paradero fijo. En Chiclayo, suele refugiarse en dos casas. La segunda, según los vecinos, es su escondite más frecuente.
La memoria del Chito Ríos es, quizá, el secreto mejor guardado del gobierno aprista. Sólo él sabe toda la verdad acerca de cómo operó y quienes ordenaban las acciones paramilitares del comando Rodrigo Franco.
En Chiclayo también vive uno de sus más cercanos colaboradores durante el gobierno aprista. Su nombre está registrado dentro del organigrama del comando paramilitar en un puesto clave: jefe de inteligencia: encargado de los seguimientos, de establecer la rutina diaria de las víctimas, y de definir en qué momento convenía mejor el ataque.
Este es Miguel Exebio. Agenciaperu.com conversó con él y grabó su testimonio en dos oportunidades. Durante semanas, se comprobó cada palabra, se y corroboró su identidad en Chiclayo, a través de diversos testigos. Lo que usted leerá es la versión de este ex paramilitar grabada dos veces, una en Lima y la otra en su propia casa.
PRIMER CONTÁCTO: AGOSTO 1986
¿Cómo conoce usted al Chito Ríos?
Resulta que un día vine yo a Ferreñafe y nos encontramos en el bar Oasis y él sabia la situación que había vivido yo en La Marina.
Según información oficial de la Marina de Guerra del Perú, Miguel Exebio Reyes tiene el grado de grumete, e ingresó a esta institución armada el primero de setiembre de 1977. Fue dado de baja por medida disciplinaria en agosto de 1987, casi un año después de contactar con el chito.
EXEBIO: Me vio y se identificó con un documento verde, que era del ministerio del Interior. Me dijo que trabajaba con Agustín Mantilla y que quería que haga notas informativas, seguimientos, tú sabes hacer todo eso.
Pero, ¿por qué lo recluto a usted?
Porque éramos paisanos de Ferreñafe.
Vine acá, a Lima, me llevó a comer y me dijo que iba a hacer trabajos de inteligencia. Esos trabajos eran para el general Luque Freyre, el director de Inteligencia en esa Época. Chito coordinaba con el, quien a su vez coordinaba con Agustín Mantilla, que en ese tiempo era viceministro del Interior.
Era un grupo de inteligencia que tenia varios grupos de trabajo, unos encargados de la cuestión logística, otros de la cuestión de inteligencia, un grupo de aniquilamiento comandado por Jorge Huamán Alacute, un ex policía que preparaba a su gente en Masamari, en Huancayo.
Jorge Huamán Alacute era miembro de la Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina de Guerra del Perú. En la organización del comando Rodrigo Franco, era el jefe del escuadrón de aniquilamiento.
¿En dónde operaban?
Las oficinas quedaban en dos de mayo 1511, donde se hizo la campaña del presidente García y después del compañero del Castillo para la alcaldía de Lima, al costado queda una pollería: el Tic Tac.
Según el testimonio de un desertor del comando Rodrigo franco, publicado en la revista OIGA en setiembre de 1989, Agustín Mantilla le regaló el garage de esta casa a un amigo suyo quien construyó la pollería Tic Tac.
La fachada de este restaurante y de la casa en donde se alojaban los paramilitares fueron pintadas con los mismos colores: con rayas azules, blancas, rojas y marrones. Así, nadie dudaba de que ambos locales eran uno solo y fue fácil despistar a los curiosos.
EXEBIO: Los que vivíamos en la casa éramos Carlos Urbina, un muchacho de Chimbote; Enrique Melgar Moscoso, uno de Huancayo; el que habla y un muchacho llamado Alfredo, que era el que nos cocinaba y que también atendía a Mantilla. Chito Ríos para ahí toda la semana. En la habitación de arriba dormíamos el Chito y yo, y abajo el resto".
Según el mismo testimonio de OIGA, en la casa de dos de mayo habían varios teléfonos a nombre de Alan García y de Agustín Mantilla y sus números no estaban registrados en las computadoras de la entonces Compañía Peruana de Teléfonos.
EXEBIO: En la casa, todos nos llamábamos por chapas: el Pato Usquiano era Taylor, yo era Bronco, Urbina era Pantera, Carlos Enrique Melgar era Patricio, Miguel Ríos Sáenz era Erico o Flecha, Carlos del Pozo era Charly Delta. Eran nuestras chapas de combate, nadie sabía los apellidos de nadie.
¿Usted tenía arma?
Sí, un cañón corto. Era revolver, no pistola, de 8 tiros. Las usábamos con sobaqueras. A mi me la dio chito para protección por el trabajo que hacíamos.
LOS DEBERES
¿Que hacia usted?
Labores de inteligencia, seguimientos. Por decir: la situación política de las universidades de Arequipa; la situación en Tingo Maria, en Huancayo, en Lima. Sólo seguimiento. Después, con esa información se analizaba, se procesaba y se aniquilaba.
La guerra era contra Sendero Luminoso y el MRTA. La infiltración senderista en las universidades era espantosa. Pero para esos trabajos nos daban un carné universitario. Nos daban de acuerdo a los trabajos que hacíamos. Una vez me fui a Cotahuasi como ingeniero con carné y todo lo demás. Había un muchacho que hacia las falsificaciones por computadora.
Mi función era de inteligencia, seguimientos contra grupos sediciosos, por ejemplo Martha Huatay Ruiz, que tenía su estudio en el jirón Carabaya, por el Banco Amazónico. Ese fue uno los casos.
Marta Huatay fue presidenta de la asociación de abogados democráticos. Estaba en la mira por sus declaraciones contra Alan García acusándolo de genocida y fascista. Dos días antes de matarla, el plan abortó y Martha Huatay pudo refugiarse en la clandestinidad.
EXEBIO: Coordinábamos con gente de la policía y del Ejercito, sobre en unas acciones que hacíamos en Puno, como el atentado del abogado de Morote, Febres Flores. Eso lo hizo Huaman Alacute, pero yo no hice el seguimiento.
A veces el Chito decía: "voy a salir de viaje". Se iba a la selva y regresaba a contar cómo habían "chifado" a la gente.
"GARCÍA SABÍA TODO"
¿A quien reportaba usted?
A Chito.
¿Con quien coordinaba el señor Ríos?
Con el general Luque Freyre y con Mantilla. (Luque Freyre era el jefe de Inteligencia del Ministerio del Interior, y Mantilla era el ministro de este despacho durante el gobierno aprista).
¿Cómo puede saber que coordinaba con Mantilla?
Porque él me lo contaba todo. Dormíamos en el mismo cuarto. Donde eran las reuniones entre chito y mantilla en el ministerio del Interior.
¿El presidente García tenia conocimiento de esto?
Todo estaba coordinado. El presidente García sabía todo, y las altas esferas del partido sabían de la existencia del comando.
¿Todos?
Todos los del entorno del presidente García.
La revista OIGA publicó en diciembre de 1987 esta foto: resguardando a Agustín Mantilla, aparecen dos personas del comando Rodrigo Franco: Carlos del Pozo y Manuel Alzamora. Dos años después, en octubre de 1989, la revista SÍ publicó un foto en la que Alan García aparece junto al propio Chito Ríos y a Gino Fiori, otro paramilitar.
EXEBIO: Era un grupo de trabajo de confianza. Mantilla no era bien viso en la policía y en las Fuerzas Armadas. La Marina estuvo vigilándonos. Les preocupaba la formación de este grupo porque era algo ilegal.
¿Usted sabía que era algo ilegal?
Yo hacia mi trabajo de inteligencia, pero después, cuando vienen los asesinatos, ya me comenzó a preocupar.
EL PATO USQUIANO
EXEBIO: Una vez, cuando vine de Tingo María, estaba en la sala, y un muchacho Vásquez, al que le decían Cobra, todo vestido de negro. Estaba el "Pato" Usquiano y me dicen: "Bronco, te llama Erico". "Toma este teléfono: este es de García y este de Agustín, en caso de que nos pase algo. Ese cojudo de Arce Borja está que jode y ayer lo esperamos hasta las 5 de la mañana y no llegó".
Al día siguiente, el 2 de octubre de 1987, el comando intentó colocar un explosivo en el diario Marca, el vocero de Sendero Luminoso. El tiro salió por la culata. La bomba explotó en el wolkswagen en el que iban los atacantes, y murió uno de ellos: Humberto Usquiano, conocido como "el pato".
EXEBIO: Yo estaba en el carro pero bajé porque iba a una fiesta. A la hora en que el Pato iba a poner un explosivo en el carro, vio que justo salían unos del diario; regresó pero el explosivo ya estaba activado. El iba en la parte de atrás. Entonces explotó y Chito salio disparado. El Pato murió instantáneamente.
El Chito fue llevado al hospital de policía en donde fue internado con otro nombre. Días después, escapó.
LA ORDEN: MATAR AL DESERTOR
En 1989, cuando Oiga publicó el testimonio de un desertor de Rodrigo Franco, las sospechas no se hicieron esperar.
EXEBIO: Cuando salio en una revista las "Confesiones de un desertor" a todos nos mandaron investigar. Chito fue a mi hotel con Melgar Moscoso como a las 10 de la noche, con el pretexto de ir a tomar un jugo. Pero yo ya veía gente en la esquina. Cuando salimos me golpearon y me metieron en una camioneta, encapuchado y me amarraron. Me han llevado al fundo barbadillo. Era un carro granate, con gente de la policía. La orden de Mantilla era matarme y me metieron un balazo en este dedo. La orden era matar al desertor.
EL CONTACTO CON COLINA
¿Ustedes tuvieron contactos con algún miembro del Grupo Colina?
Hay uno que actualmente ha sido detenido, que lo vi conversando con Chito en Huancayo.
¿Recuerda su nombre?
No, pero sí lo podría identificar
¿Es éste? (mostrando una foto)
Sí, pero más joven.
Él es el miembro del Grupo Colina, el técnico del Ejército Julio Chuqui Aguirre.
Después del comando, creo que el Chito Ríos fue obligado, hasta cierto punto, por la gente del Ejército y comenzó a ser analista del SIE (Servicio de Inteligencia del Ejército), durante el gobierno de Fujimori. Trabajó con el general Enrique Oliveros.
¿Él ha trabajado en este gobierno?
Sí, él me decía que se iba a la fábrica. Después me enteré que la fábrica era el SIN.
LA COMISIÓN DE LA VERDAD
¿Usted estaría dispuesto a confirmar lo que ha dicho ante la comisión de la verdad?
Lógicamente. El grupo funcionó. Nosotros hemos sido chivos expiatorios. Si hay alguna responsabilidad penal, que se sancionen a los responsables. Mi delito ha sido haber participado en este grupo, pero yo no he asesinado a nadie. Mi labor ha sido sólo de inteligencia.
Si se trata de la Comisión de la Verdad, bienvenido sea para mi, hay algunos que tienen la culpa porque van a ser sancionados demostrándose con hechos lo que se esta diciendo.
Todos los gobiernos tienen su rabo de paja y no van a venir a hacerse ahora los políticos como Mauricio Mulder a acusar a la Comisión de la Verdad. Esto que estas grabando, todo el mundo lo va a saber: hubo gente de aniquilamiento del comando Rodrigo Franco al cual yo pertenecí.
Una cosa es cierta. Para vivir en sociedad y en democracia, los ciudadanos tenemos que renunciar a dos cosas: a ejercer la justicia con nuestras propias manos, y a administrar la violencia.
La justicia y las Fuerzas Armadas, incluyendo la Policía Nacional, son un monopolio del Estado, sino dos fuerzas que todos tenemos que respetar. Por eso, en todo el mundo civilizado, los escuadrones de la muerte y los grupos paramilitares son considerados parte del mal, de la delincuencia, o del terrorismo.
Sí. En el Perú durante los años de la violencia existieron distintos comandos paramilitares, que al igual que los terroristas, cometieron crímenes y violaron los derechos humanos. El grupo Colina es uno de ellos y el Comando, mal llamado, Rodrigo Franco, otro.